22/11/63


Rescato para Carlotta unas líneas que escribí años atrás sobre la novela 22/11/63 de Stephen King y que en su momento fueron publicadas en la revista “Insomnia”. Me causa un poco de gracia mi tono virulento, ofuscado, y siempre al borde de la diatriba, pero creo que los argumentos son atendibles. La publico porque habla un poco de estructura y construcción del relato, y no porque sea una critica, o juicio de valor, cosas que no me interesan. 

Vale aclarar que buena parte de mi infancia y adolescencia la pasé bajo el influjo de este hombre y su imaginación, y lo tengo en la más alta estima. No conozco otro escritor que haya impulsado a tanta gente a querer ser novelista. Su entusiasmo en “Mientras escribo” es contagioso y hace que todo parezca fácil, lo cual, en mi modesta experiencia, está lejos de ser verdad, pero vale como incentivo. 

No hay otra figura que se le acerque: entre mediados de los 70´s y fines de los 80´s renovó y puso de pie el género del terror con una serie de obras que a esta altura son clásicos indiscutidos: Carrie, Christine, Ojos de Fuego, Salem´s Lot, La Zona Muerta, El Resplandor, Cujo, Cementerio de Animales, Apocalipsis, IT.  Tal vez por eso, sigo intentando entender los motivos de su debacle como novelista.

Esta es la nota en cuestión. Contiene algunos spoilers

(Publicada originalmente en la revista “Insomnia: el universo de Stephen King”)

Con cierto asombro, veo que la última novela del maestro esta siendo ensalzada y que algunos incluso la consideran su obra cumbre, equiparable a IT.

En principio, la novela parece dos historias condensadas en una: la del primer viaje en el tiempo (el protagonista debe evitar que Duninng masacre a su familia), y la del segundo, (el protagonista debe impedir el asesinato de JFK). Lo cierto es que las dos historias no se necesitan una a la otra y podrían funcionar perfectamente de manera autónoma. King intenta soslayar esta falta de cohesión con argumentos, en mi opinión, bastante flojos. 

El primer argumento que justificaría la inclusión de las dos historias, sería este: 

El objetivo del primer viaje de Jake, además de salvar a la familia Dunning, es ver de qué manera la alteración del pasado afecta al presente. Una especie de ensayo: si luego del primer viaje todo sale bien, y no hay grandes modificaciones en la realidad, Jake podrá acometer el segundo viaje para impedir el magnicidio. 

Pues bien, cuando el protagonista vuelve al presente luego de salvar al encargado del colegio, se entera de que este mismo encargado murió en Vietnam. Es decir, salvó al tipo de quedar tullido, pero eso ocasionó que lo alistaran en el ejército y muriese. La conclusión es que la alteración del pasado tiene consecuencias impredecibles, y que esas consecuencias pueden ser malas. Lo curioso del asunto es que Jake no analiza este resultado y vuelve inmediatamente atrás para ocuparse de Lee Oswald. Si analizase lo sucedido (¿y no era ese precisamente el objetivo del primer viaje?), podría pensar que, de impedir el asesinato de Kennedy, desatará una desgracia mayor. (¡De hecho, eso es exactamente lo que sucede al final de la novela!). 

Otro recurso con el que King intenta dar un poco más de organicidad al libro es conceptual. El pasado crea “armónicos” (noción musical, subnotas que se derivan de la nota principal). Es decir, hay elementos (personajes, automóviles, escenarios, etc) que se repiten de manera transfigurada en los dos viajes. Un concepto interesante, pero que no alcanza para cohesionar las dos historias, porque, si lo sacamos, prácticamente no cambia nada.  La asociación entre Derry (primer viaje) y Dallas (segundo) es innecesaria, y lo mismo sucede con los personajes “repetidos”…. Si hay un tipo con un sueter igual a uno que Jake vio en su primer viaje, se trata de un “armónico” temporal, lo mismo con una hamburguesa, un bar, lo que fuere. No importa que no cumpla ninguna función narrativa, es sólo para demostrar que “el pasado armoniza”, como repite no menos de cincuenta veces el narrador. 

En este punto King intenta una especie de convencimiento por agotamiento: si el argumento es innecesario, o fallido, lo repite hasta la exasperación. Una estrategia curiosa que adopta desde hace ya demasiados años y demasiadas novelas.  Uno tiene la sensación que la primera idea que zurca por su cabeza va directo a la página, sin matices. De que inventa las cosas a medida que avanza, y si no funcionan, en lugar de repensarlas, editarlas, sacarlas y reescribirlas, te intenta convencer por agotamiento, reformulándolas de manera aleatoria. 

Hay en esto cierta omnipotencia. Como si algo necesariamente estuviese bien por el mero hecho de que se le ocurrió. Como si todo tuviera que tener un sentido, y solo fuera necesario seguir escribiendo para descubrirlo. La noción de que todas las historias preexisten en algún lugar del éter y que su trabajo es desenterrarlas, no me la estoy inventando: King la explica claramente en “Mientras Escribo”. Creo que sería bueno que el maestro se replantee estos conceptos, o que algún editor con vocación suicida le cante la justa, (¿pero quién va a  decir algo, si igual se venden millones de ejemplares?,  ¿Y como se le canta la justa al máximo exponente de la novela de terror moderna, que tuvo y tiene una influencia gigantesca en la cultura popular, y que supo escribir una obra maestra atrás de la otra?). 

Volviendo a la cuestión estructural: 

El desfasaje, o la falta de organicidad entre las dos historias provoca otro problema: hay una especie de “tiempo muerto” entre que Jake mata a Dunning y que arranca la trama de Oswald y JFK. Un tiempo donde no pasa demasiado, donde no se sabe bien qué quiere o que piensa hacer el protagonista, hasta que finalmente llega al Jodie, un pueblo en Texas. Una vez allí consigue trabajo como profesor, conoce a una serie de personajes: Deke, Mimi, sus alumnos, y fundamentalmente a Sadie, la nueva bibliotecaria de la que se enamora. En este punto el interés de la novela decae (habrá quién piense lo contrario) por una sencilla razón:

La historia no está planteada sobre “cómo Jake resolverá su vida afectiva”. No es algo que pueda interesarnos demasiado, por que prácticamente no sabemos nada de Jake, no sabemos qué cosas lo arraigaban al presente, ni qué le sucede. En este esquema, poco podría importarnos cómo arma su vida, ya que en primer lugar no tenemos noticias de que necesite armarla. Es cierto, tuvo una ex mujer alcohólica, pero este conflicto se toca tangencialmente, y no alcanza para funcionar como móvil dramático (podría funcionar como móvil dramático, pero de las casi 900 páginas, King apenas le dedica un par de párrafos)  

Basta compararlo con John Smith  (“La zona muerta”), cuya tragedia, al despertar del coma, es que sigue enamorado de su novia. Cuando Johnny descubre que ella se ha casado y tiene hijos, no le queda nada a qué aferrarse: en consecuencia es comprensible que se inmole para evitar una guerra nuclear. Jake, en cambio, es una especie de fuerza del bien, que siempre quiere hacer lo correcto, que acepta su misión con estoicismo y naturalidad, ¿cualquier persona abandonaría su vida y se pasaría cinco años en el pasado para impedir el asesinato de JFK?, ¿no tendría que ser, por la fuerza, alguien bastante particular, o tener un motívo íntimo más allá del deber histórico?, pues según la novela, no. 

Que la ex mujer de Jake haya sido alcohólica, también podría ser un movil importante para comprender la relación de Jake con Sadie. Para que entendamos la dificultad de Jake en emprender un nuevo amorío. Pero su historia previa apenas está esbozada, y es difícil tener empatía con él. Todo lo que hace el protagonista parece ser por la necesidad de “hacer el bien”. Incluso se diría que se enamora de Sadie porque ella tiene buen corazón. Como si, al aparecer una buena chica en su vida, una chica que lo necesita, no le quedase otro camino. Si la chica sufre una mutilación, el debe besar su cicatriz.  

Entonces, hacia la mitad de la novela poco importan los pequeños avatares con los que King va llenando la acción: (la muerte de Mimi, el accidente de dos alumnos, la fiesta de recaudación de fondos, la obra de teatro que Jake dirige) la historia solo logra remontar vuelo con la aparición de Oswald.  

Conciente de esto, King intenta soslayar el problema con un recurso un poco rústico: cada tanto, cuando termina un segmento “sin interés” (el estreno de la obra teatral, un discurso de homenaje, el baile, la guerra de pasteles) el narrador dice algo así como “pero yo no me olvidaba que solo faltaban dos meses para que Oswald llegase a Texas”, o “terminó la función, pero yo no estaba tranquilo, porque en ese momento Marina y Lee Oswald estarían abordando  un avión rumbo a América”,  como si la sola mención de la amenaza alcanzase para mantener en vilo al lector. (En mí opinión, logra el efecto contrario. Da la sensación de que se está disculpando: “ya sé que todo esto no tiene mucho sentido, pero aguantá, que ya va a llegar lo importante”). 

King ha declarado hasta el hartazgo que no planifica sus argumentos. Quizás, cuando era joven, su cerebro sacaba chispas y podía conectar todo a medida que avanzaba en la escritura, pero los tiempos cambian, y bien podría cambiar de estrategia.

Dicho todo esto, podría sorprender que la novela me haya gustado pero hasta cierto punto me gustó. La caracterización de los años 60´s está muy lograda. La voz de King, (siempre que no esté chapuceando), sigue siendo un placer de escuchar. Es un escritor que logra un efecto de realidad y de vida en la página, que otros escritores mucho más “inteligentes” no alcanzarían ni en sueños. Un tipo que escribe con intensidad y, por fallidas que sean sus novelas de los últimos ¿treinta años?, (siempre se trata de problemas de estructura, de planificación de la historia) algunas imágenes, sensaciones, texturas, palabras se me han grabado y estoy seguro que las recordaré por mucho tiempo, y eso no es algo que pueda decir de cualquier escritor.  Es tanto lo que dio en el pasado, que cada novedad editorial suya me sigue generando expectativas,  la esperanza de revivir el placer que me causaban sus obras maestras de los años 80´s. Si bien este no es el caso, se acerca un poco más. 

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